Ayer llovió mientras viajábamos en el autobús, y llovió dentro de mi baño para bajar la fiebre alta de Juan, una cortina de agua nos separaba los parpados de pablo llorando y mi corazón roto. Entre las calles vimos un riachuelo. Dentro de algunos años, cuando mi Juancho tenga 13 o 14 años, me preguntare si ya se habrá enamorado alguna vez. Me comprime el estomago los inicios.
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