viernes, diciembre 21, 2007

Todos tenemos un Tyler Durden adentro, como el personaje del club de la pelea. Anoche un mensaje sorpresivo saco mi otro lado a flote. La mía es una tipa de cabellos largos que anda en una harley Davidson, metida en unas botas de cuero negro y llena de metales, que cree que el conformismo es para los débiles y que en realidad el camino esta en recorrerlo libre y así hacer que la vida merezca la pena. Su nombre es Holly-Karo y anoche le cedí el control de mi cuerpo en el momento propicio en que un carajo me devela su misterio y pierdo el control de toda mi voluntad. Aun sigo golpeándome la cabeza y murmurando cosas inteligibles, mientras me pierdo con la mirada vidriosa entre el asfalto y el polvo de la carretera cabalgando en mi moto a toda velocidad. Me tiene poseída. Me tiene comiendo en la palma de su mano, me tiene bajo los influjos del solsticio de invierno, llena de amor y esperanzas, hundida en la alegría, ya no me importa apostarme la vida en un beso. Temo que dentro del delirio psicótico de esta patotera, no me devuelva nunca más el alma y me quede vagando por las carreteras eternamente con una sonrisa en los labios.

Eso asusta. Tanta, pero tanta felicidad en mi y tan seguido, asusta.

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