sábado, mayo 02, 2009

Cuando lo conocí, el Maestro Laurencio Vega ya no tenia edad, vivía entregado al instante en el que todo es posible y todo es nuevo. Su mente estaba llena de conocimientos pasados, de recuerdos antiguos color sepia, en el que todas las mujeres son inspiraciones para la poesía. Nunca lo negó, los libros que escribió, todos los bares, su trabajo teatral, político, literario y cultural, lo llevaron de regreso a su Chile de origen y a Panamá, a su peregrinar por las muchas ciudades de Venezuela, a las calles llenas de mujeres inspiradoras, amenazantes e irresistibles. Jamás dejo de escribir en su maquina mecánica de teclas duras, bajo la sombra de los árboles de una casa tan antigua como su espíritu, El castillo Bermejo en la Calle rojas Queipo. Todos los días de aquel año de 1984 el me abría la reja de la entrada de la casa, para preguntarme con su mirada honesta y sorprendida –Quien es Usted y a quien busca? Todos los días yo le contestaba las mismas respuestas que a veces se me hacían excesos que me alejaban de quien verdaderamente yo era.- Soy Carolina, la novia de su hijo Dencho. El lo sabia bien, en mis ojos de 19 años, me estimulaba, a vivir sin las sentencias de los otros, mas simple, me instaba a proseguir sus lecturas superabundantes, de su biblioteca leí a Dante, a Pessoa y su novela “temple de Madrugada”, escrita en 1964.

…”la vida, hum, la vida es como si lleváramos algunas semillas en las manos o ignoradas en los bolsillos, sin saber que clase de árbol o de mala hierba ira a nacer donde las arrojemos al azar. Todo depende de nuestra puntería ciega”…Por fin 30 años después de haber publicado su novela “Hombres de maquinas”, cercándole mis ganancias a las utilidades que me producen mis deudas, puedo publicar este viajero libro..Dice Don Laurencio Gallardo Vega, para que con luminosidad futurista, yo se lo cuente a sus nietos Pablo y Juan de Dios algún día.

El no los conoció, creo que tampoco me conoció a mi, todos los días en su senilidad poética, Refugiados siempre en el patio trasero de la casa, casi escondidos, lejos de la hora de la siesta o de los medicamentos, yo era una chica distinta, una nueva invitada, alguien a quien por primera vez el le ponía un libro en las manos, y le dejaba en secreta complicidad una historia en el corazón.






1 comentario:

Jenner dijo...

oh gracias que buen comentario, a mi gran maestro de teatro y de mis estudios de maestro normalista; todo un bagaje de recuerdos de palabras y de música de alas